Lecturas: La crisis de la narración

Entre contar y vender historias

por María Silvia Biancardi

Sin necesidad siquiera de deslizar un dedo por la pantalla, las “historias” se suceden. Entre comillas, claro, porque así son nombradas, a pesar de su falta de hilo conductor y la acumulación de acontecimientos que presentan. Llamamos “historias” a “una mera sucesión de instantáneas que nada narra”, a un cúmulo de experiencias fragmentadas.

Byung-Chul Han analiza esta práctica y plantea una tesis dura de escuchar, pero fácil de reconocer: la narración está en crisis y, por lo tanto, vivimos en una era posnarrativa: las narrativas “dejan de ser vinculantes para nosotros y pierden su fuerza conectiva. Ya no nos asientan en el ser”.

La crisis de la narración no solamente enuncia una realidad y analiza las características de nuestra vida contemporánea, también pretende dar respuestas a -por lo menos- dos preguntas centrales: ¿qué es lo que causa la crisis de la narración? Y, sobre todo, ¿cuáles son las consecuencias de esta crisis?

Para ello, construye en su análisis una red de textos. Sus teorías parten de la relectura de Walter Benjamin (lectura insoslayable para entender el rol de la narración en la comunidad), de Heidegger, Sartre, Heródoto y tantos otros. Sabe presentar grandes ideas en formatos simples, no hay ostentaciones en su discurso. Sin nostalgia por un tiempo sin redes, sin golpes bajos, con la templanza de quien mira al mundo más allá del “dato” y resiste a la “sociedad de la información”.

Podemos aproximarnos a la respuesta que expone Byung-Chul Han sobre las causas de la crisis de la narración a partir de una frase concreta: “El capitalismo recurre al storytelling para adueñarse de la narración”.

El storytelling, entendido como narración de historias con el objetivo de cautivar a la audiencia y “ganar” (seguidores, likes, ventas), está de moda. Sin embargo, Byung-Chul Han nos advierte una máxima que en inglés suena contundente: Storytelling es storyselling”, esto es, contar” historias es “vender” historias. ¿Dónde queda la narración en este cuadro de situación? Se convierte en “mercancía” y, como tal en algo “útil” (vendible) cuanto más aligerada, intercambiable, contingente y, sobre todo, conmovedora: “Las narrativas son muy importantes para crear valor añadido, porque le prometen al consumidor vivencias especiales”.

Este libro (el más reciente del autor) retoma la vieja oposición presentada por Walter Benjamin entre información y narración como una problemática surgida con la aparición de la prensa. En su planteo, la concentración que requiere la narración pierde fuerza frente a la inmediatez y rapidez de la noticia. Todo esto a inicios del siglo XX. Frente a un mundo plagado de información y datos, Byung-Chul Han redobla la apuesta. Estamos frente a un tiempo de “hiperactividad, que busca espantar el aburrimiento”, de modo que “nunca alcanzamos un estado de profunda relajación espiritual”.

Sin ir muy lejos, no mucho tiempo atrás, el pequeño universo literario se vio movilizado por una declaración realizada por Hernán Casciari. En una entrevista, planteaba que no podemos pretender que alguien elija tener toda su concentración en un libro cuando puede tener catorce pestañas abiertas a la vez en sus pantallas. Las declaraciones a favor y en contra no tardaron en esgrimirse. Sin embargo, en esa frase jocosa y polémica, se esconde mucho de lo que Byung-Chul Han analiza en este libro. Lo que olvida Casciari en su afirmación es reconocer todo aquello que se pierde cuando dejamos de leer –o contarnos– historias, y ahí es donde el coreano arremete.

No tenemos tiempo para concentrarnos en una lectura (o para escuchar una historia), y eso inevitablemente tiene consecuencias: la mano invisible del mercado se apropia de las historias y de nuestra vida.

Pero el autor no sólo advierte las consecuencias en lo individual, también se involucra con la idea de comunidad en esta cotidianidad de smartphone en mano. Llamamos “comunidad” a un conjunto de seguidores o contactos en redes, nos sentimos conectados, conocemos gente que comparte afinidades y sentimos así que formamos parte de una construcción colectiva. Sin embargo, nos advierte Byung-Chul Han, nada más alejado del espíritu colectivo que la comunidad de consumidores construida a través del storytelling, interesada en generar singularidades y particularizar a la sociedad. La “comunidad” es para el consumo. Para el resto, la salida es individual. El “nosotros” es la base de la narrativa (pensemos si no, en la ronda alrededor del fogón escuchando historias). Pero el comercio se la apropia e impulsa las “libertades individuales”. Byung-Chul Han parece estar analizando la escena argentina y su nueva fobia al “colectivismo” en estos planteos, pero no. El dilema es universal.

La crisis de la narración es una lectura profunda, que da respuestas a los dilemas de nuestra era. El libro nos sirve para pensarnos como parte de un tiempo histórico, y es una lectura inevitable para quienes reivindicamos la práctica de narrar como un modo de interpretar y sobrellevar al mundo. Contar historias, después de leer a Byung-Chul Han, se convierte en un microacto de resistencia: “Vivir es narrar. El hombre como animal narrans se distingue del animal en que, al narrar, realiza nuevas formas de vida. En la narración anida la fuerza de los nuevos comienzos”.

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