Lecturas: La playa es de todos

De caudillos y enjoyadas

Por Fernando Manzini

Alba, junto a su esposo Martín y su hijo Pedro, se dirige a las playas de la Costa Atlántica de Buenos Aires para encontrarse con su grupo de amigos de clase media acomodada. Como todos los años, se reunirán con ellos para celebrar Año Nuevo. Pero en esta ocasión Alba percibirá en ese cónclave la falsedad, la hipocresía, el afán de ostentación, los rasgos característicos de una clase social de la que empezará a renegar. Irá desvelando de a poco la máscara de jolgorio que encubre secretos atroces. Criticará los fundamentos de su propia pareja, el sentido de la amistad con sus contertulios y los roles que todos asumen sin preguntarse por qué.

 Ya en la costa, las familias bajan en sus autos caros a la playa y se instalan hasta la caída del sol; también asisten a la iglesia, organizan campamentos y partidos de tenis. Alba empieza a cuestionar estos encuentros, sus modos de funcionamiento. Duda de quienes están a su alrededor, de sus intenciones y de la naturaleza de sus sentimientos. Alba cumple, además, el papel de una intrusa en el juego, una pieza que fluctúa constantemente entre integrarse y alejarse de ese entorno. Permanecer presente, pero a la vez distanciarse. Es precisamente en esta contradicción donde sus emociones y las de todos aquellos que se sumergen en este ambiente se revelan por completo.

Los personajes de La playa es de todos hablan, se mueven y gesticulan con un realismo verosímil. La indiferencia y la falta de autenticidad de su marido en sus conversaciones con ella. La afectación y la pompa hueca de sus amigas. La nada vedada necesidad de poder del Vasco Virasoro, el cabecilla del grupo, que consigue la mejor carne, roba puntos en sus partidos de tenis, denigra a su esposo Martín y solo toma vinos premiados con medalla de oro. La autora logra que, en ese ambiente de caudillos fanfarrones, de enjoyadas caprichosas, de sibaritas de tres al cuarto, todos tengan voces propias. Cada uno de los personajes posee un tono particular que lo distingue del resto y que encarna una manera singular de ser en el mundo.

Con una prosa limpia pero no austera, Carolina Menini construye un relato crudo y poderoso sobre la ostentación, la hipocresía, la misoginia y el abuso de poder de un conjunto de individuos que forman parte de la alta sociedad. En La playa es de todos, se exploran minuciosamente las distintivas marcas de la burguesía argentina en cada personaje, no desde una perspectiva de juicio, sino más bien revelando con sutileza la crueldad inherente al ser humano.

El libro espolea al lector con algunas preguntas, que seguirán latiendo aún después de haberlo terminado. ¿Qué puertas se abren con la plata que poseemos? ¿Cuáles se cierran? ¿Qué principios estamos dispuestos a dejar de lado para lograr nuestras metas? ¿Qué precio tiene lo que llamamos “felicidad” en términos de los valores que sostienen nuestra vida? ¿En quiénes podemos confiar verdaderamente en los momentos cruciales? ¿A quién debemos nuestra lealtad?

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