Lecturas: Sedimentos

Un tránsito entre las lecturas

Por Germán Viso

 

Tapa del libro Sedimentos, de Hernán Carbonel. Ediciones La Papa.Diversidad, de estilos y registros, modos y abordajes, distinguen al libro Sedimentos, publicado y promocionado por la editorial La Papa, ese fogón continuo que intenta recabar los archivos de la cultura, en palabras de Valentina Pucci. Piezas de un engranaje insospechado, de una relación subrepticia trazada desde el inicio, que solo el autor podía entrever, terminaron por establecer una forma poblada de formas que, solidarias entre sí, dan la imagen acabada de un tránsito entre lecturas y obsesiones, posibilitando la reunión en un mismo lugar. Un espacio dividido en cuatro bloques fundamentales, que articulan y sostienen al libro, y cuyos desarrollos giran en torno a la literatura, el arte y la cultura, nominados por aquello que los atraviesa y envuelve.

En el inicio se encuentra la parte llamada Maestros. Escuchamos, entre otros, a Gabriel Báñez hablar y decirnos que la literatura no importa, esa pomposa rutilante montada en el canon, y que en cambio es la escritura lo que interesa, la posibilidad de decirnos y en ese acto producir la certeza del error, la incertidumbre de lo realizado. Sedimentación diseminada de voces. Una voz, que asume el blanco de la hoja en silencio y convoca  a los escritores de la provincia que transitaron experiencias y zonas de convergencia en la ciudad de Buenos Aires, es la de Antonio Dal Masetto, uno de los mentores que habitan el libro, y que en el comentario de su obra engarza la vida íntima de una familia representando también, la historia pública de un país. La obra de Ricardo Piglia, abordada por una serie de ensayos que nos acercan y ayudan a comprender mecanismos literarios fundamentales, ocupa un sitio relevante. Algunas de las claves que dejan entrever el dispositivo literario dispuesto por Piglia serán puestas de manifiesto en breves pero concisos ejercicios críticos. Cabría agregar, a estos abordajes, la imperdible entrevista a Mónica Lou Yu, la traductora china de la novela Respiración artificial, su perspectiva sobre este libro y la relación singular que entabló con el autor argentino.

La segunda parte, que se titula “Margaritas a los chanchos” compendia una serie de entrevistas. Es en esas formas que asoman diferentes, muchas veces queridas, voces que se dejan hablar. Ahí, la entrevista ocupa un puesto donde resuenan las ideas, los estilos y los caracteres, el fuego y el relato. Diego Capusotto, Abelardo Castillo, María Teresa Andruetto y Juan Forn, comparten la sección que anuda las sensibilidades por fuera de las asociaciones arbitrarias. Algo que dejan notar es cómo esta forma del periodismo asume un rol central cuando se sabe manejar sus resortes. Se ve, además del afecto necesario en la palabra, más allá de lo inteligente o brillante, una comunidad involuntaria de socios que conjuran el silencio e intentan demostrarse y mostrar en el discurso.

Por otro lado, merece una mención especial los textos agrupados en la tercera parte nombrada “Domingos”, donde se dan cita aquellas notas que se irían publicando en la versión dominical del diario La Gaceta. Disímiles, pero interesantes joyas de una orfebrería que toma como material tanto los productos masivos de la cultura pop como lo considerado más elevado de la literatura, en una confluencia de voces que no parecerían destinadas a encontrarse. Estos hallazgos recorren los cuatro bloques del libro, que en mayor o menor medida, evidencian la búsqueda y el enfoque original de las propuestas que visibilizan la hibridación cultural contemporánea.

La última parte de Sedimentos, “Asociaciones libres”, habría que resaltarla como una de las más fascinantes. Bierce, Borges y Hemingway en un triángulo literario que trasciende el tiempo reescriben lo que parecería ser la misma trama, demostrando que lo que importa es el relato y no la historia.  Por otro lado a diferencia de lo que se plantea en el ensayo que da inicio a la indagación en torno a la obra de Paul Auster, y en el que la identidad y la fuga son temas centrales, aquí, en el entramado de escritos que propone el libro, hay siempre alguien que aparece. Y es el autor que como entidad mediadora, como entrevistador o creador siempre se halla presente. Consciente de la medida de su presencia, sabiamente actúa de modo que el discurso solo se interrumpa para poder tomar un respiro que lo deje hablar más claramente. 

Entonces podemos decir que un programa radial, una cita dominical con el diario, las relaciones de las obras y sus derivas, los maestros, los afectos y efectos del vínculo leal a una pasión son la fuente y los pretextos del material aquí reunido, que poseen la organicidad de una estética que hace cuerpo de la síntesis y la enunciación. Diversas en su devenir libro, estas piezas brillan también en su aislamiento, como fragmentos que reclaman su totalidad. Algo a lo que se aspira al congregarlas y ponerlas a dialogar en un continuo intercambio, y que, al recorrer estas páginas, pueden trazar la educación sentimental e intelectual de muchos lectores, postuladas desde la mirada particular de un escritor que se ganó su espacio, creando la posibilidad del encuentro donde antes solo parecía existir la distancia.

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