Lecturas: Sobre el duelo, de Chimamanda Ngozi Adichie
Universal e íntimo
por Lucía Parravicini
Hablar del duelo es detener el tiempo, es buscar una razón, es doblarse con la misma facilidad de un papel. A su vez, tan universal e íntimo.
Muchos intentaron darle palabra a ese sentimiento que se vive como un tajo fresco: Rosa Montero lo hizo en La ridícula idea de no volver a verte (2013), Joan Didion lo atravesó en dos libros: El año del pensamiento mágico (2005), dedicado a su marido y después Noches azules (2011) a su hija. O incluso, la artista Laurie Anderson en El corazón de un perro (2017), escribió sobre múltiples pérdidas despidiéndose de su querido rat terrier; su madre; su pareja, el famoso músico Lou Reed y su amada Nueva York, que no fue la misma después de los atentados del 11 de septiembre del 2001.
Ahora, editorial Random House acaba de publicar un nuevo ensayo de la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie: Sobre el duelo, demostrando, una vez más, lo universal e íntimo del dolor; pero, también, contando cómo la pandemia por el virus del Covid-19 modificó la forma de decir “adiós” a un ser querido.
El libro abre con una escena de estos tiempos: una familia reunida vía Zoom, Chimamanda desde Estados Unidos, otros hermanos desde Lagos y sus padres desde Abba, Nigeria. Internet les permite cercanía a pesar de la distancia, pero todo se desmorona cuando el 10 de junio del año pasado recibe el llamado de uno de sus hermanos: su padre ha muerto a los 88 años por un fallo renal y el aeropuerto internacional de Nigeria está cerrado de forma indefinida por la pandemia, haciendo imposible que pueda asistir al funeral.
Chimamanda Ngozi Adichie se encuentra en un duelo “obligatorio” desde la distancia y empieza a escribir este ensayo -que primero fue publicado en la revista The New Yorker– entre la catarsis del desconsuelo: “No es sufrimiento meramente del alma sino también del cuerpo, de dolores y falta de fuerzas”; también el apoyo con su hija pequeña, los diálogos por videollamada con su familia y el tributo a su padre para evitar olvidarlo.
Cada capítulo es de apenas dos a tres hojas, fragmentos de situaciones y sensaciones. Conmueve lo de su hija de cuatro años queriendo impedir que su madre siga llorando, tapandole los ojos de forma intuitiva frente a imágenes de su abuelo muerto, o cómo la escritora evita los pésames y, por el contrario, su madre lo hace acompañada por la comunidad de Abba y sigue la tradición de las viudas de afeitarse el pelo.
Sin embargo, la mayoría del libro oscila en entender ese nuevo dolor de orfandad: “Hasta ahora, la pena era de otros” y contarnos quién fue su padre, James Nwoye Adichie, uno de los más destacados estadistas de Nigeria y, sobre todo, un hombre amoroso y presente.
Como en los otros ensayos: El peligro de la historia única (2018), Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo (2017) y Todos deberíamos ser feministas (2014), Ngozi Adichie usa un lenguaje directo y sencillo que hace una lectura ligera y atrapante por temas que a veces en otras manos queda escrito de forma encriptada, alejando a la mayoría del debate y de la reflexión.
Incluso su estilo ha traspasado el papel para llegar a las conocidas charlas TED y algunos de sus videos tienen más de siete millones de vistas, dándole popularidad global.
También es una escritora reconocida por su obra de ficción, como la novela Americanah (2013) sobre la migración a Estados Unidos o Medio sol amarillo (2006) sobre la guerra de Biafra.
Si aún no leyeron Sobre el duelo, podría ser una forma de conocerla desde un lugar íntimo y a su vez empatizar con ella desde lo universal, porque nadie puede escapar a la pérdida, pero sí atravesarla mejor con un buen libro al lado.
