Lecturas: Memorias de Onoda

Palabras para explicar lo ocurrido

por Gastón Fiorda

La memoria es una acción colectiva, una manera de pensarnos desde el presente. Y es desde esta perspectiva que Germán Pinazo escribe Memorias de Onoda, una novela que busca el sentido último de un mapa cognoscitivo que nos agrupa como argentinos: la guerra de Malvinas, en un entorno de confrontación, en el que todavía discutimos el arco simbólico del cual nuestros muertos pasan a ser cuerpos que se ajustan al interés de quien da cuenta de ellos. 

Julio Gutiérrez, sobreviviente de la guerra y protagonista de la historia, narra los intersticios del conflicto armado, aun cuando sus recuerdos son acechados por una enfermedad degenerativa, que lo hace dar vueltas en círculos para contar su experiencia en las Islas. Porque de la nada, siendo adolescente, tuvo que dejar su pago chico –Paso de los Libres, en la provincia de Corrientes– y cruzar el país, hasta los confines del mundo, para pelear una guerra que empuñaron un grupo de genocidas, uno de ellos en particular, Leopoldo Fortunato Galtieri, que se imaginó siendo Perón frente a una Plaza de Mayo rebalsada, y creyó que con eso salvaba el proyecto de exterminio y muerte que asolaba al país desde el 24 de marzo de 1976.

Y Pinazo, además de regalarnos una novela documentada, casi histórica, nos propone una trama narrativa hipnótica, que va y viene en el tiempo, pero unificada por una sólida capacidad de mostrar el aspecto injusto de la guerra y su vigencia en la memoria de los argentinos. 

Todos somos, de alguna manera, Hiro Onoda, el último soldado japonés en rendirse en la Segunda Guerra Mundial. Lo hizo 30 años después de terminado el conflicto. Germán Pinazo nos muestra que Julio Gutiérrez, y en él todos los héroes de Malvinas, sigue peleando su propia guerra, sigue buscando las palabras correctas para explicar lo ocurrido hace 40 años, lo hace por él, que tiene la suerte de estar vivo, y fundamentalmente por aquellos que murieron, porque sabe que su vida, como proyecto individual, es algo de segundo orden y que lo más importante sigue siendo el proyecto colectivo.

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