Literatura y deportes

Los hijos de Fangio

por Alejandro Duchini

El gran ídolo del deporte argentino, el quíntuple campeón del mundo de Fórmula 1, Juan Manuel Fangio, tuvo tres hijos a los que no reconoció: Rubén, Oscar y Juan. Los tres recurrieron al ADN para demostrar su filiación. Tras los fallos judiciales a favor de ellos comenzaron los litigios legales con los herederos del piloto cuya muerte, ocurrida el 17 de julio de 1995, a sus 84 años, fue lamentada con tres días de duelo nacional

Sus restos fueron velados en el Automóvil Club Argentino, previo paso por la Casa Rosada. Fangio es todavía impoluto. Un hombre correcto que se hizo de abajo, en Balcarce, provincia de Buenos Aires. Resultó el mejor embajador argentino ante el mundo. La suya sería una vida Disney. Pero.

Fangio no sólo tuvo hijos a los que no quiso reconocer. También apoyó a la dictadura militar argentina en los 70. “Fangio se prestó a acompañar a Jorge Rafael Videla a Venezuela para ‘propagandizar las buenas acciones del gobierno’. Pocos días después del viaje, Azucena (Villaflor, fundadora de Madres de Plaza de Mayo en 1977) era arrojada, por los hombres del dictador, a las aguas que, pensaban, eran las del olvido”. Quien nos recuerda la referencia a los vuelos de la muerte sobre el Río de la Plata es el periodista Pablo Llonto. Una nota suya titulada “Fangio y la Mercedes Benz” puede leerse en Deporte, desaparecidos y dictadura (ediciones Al Arco), de Gustavo Veiga. Veiga es uno de los periodistas que abrió el camino para conocer y comprender cuál fue el vínculo entre el deporte y los militares asesinos.

En esas páginas hay más sobre Fangio. Llonto escribe que, en aquellos años, cuando el piloto era presidente de la filial argentina Mercedes Benz, secuestraron a 17 obreros que se independizaron del sindicato SMATA. Sólo dos regresaron. El resto desapareció. La periodista e historiadora alemana Gabriela Weber lo investigó para su documental Milagros no hay. Los desaparecidos de Mercedes Benz. Altos mandos de la empresa fueron denunciados por estos hechos. Eduardo Fachal, abogado y ex delegado en la firma alemana, le dijo sobre Fangio al sitio La retaguardia: “Cuando nosotros le fuimos a pedir una entrevista para que intercediera por nuestros compañeros desaparecidos, no nos atendió; sin embargo, viajó en el avión que Videla fletó para contrarrestar lo que la dictadura llamada ‘campaña antiargentina’”. “Evidentemente ha sido uno de los corredores más grandes que hasta ahora ha dado el automovilismo, pero como persona, y por lo poco que me tocó tratar, puedo decir otro montón de cosas de él en cuanto a que se preocupó por los que eran los gerentes y los que eran los altos funcionarios de la empresa, y nunca se preocupó por los trabajadores, entonces en ese sentido por mucho ídolo que haya sido en este país… La verdad habrá sido un buen corredor pero como persona dejaba bastante que desear”, agregó.

Algo del antiguo fuego. Una historia de los hijos de Fangio (Tusquets), de Miguel Prenz, vuelve terrenal al héroe. Lo desnuda de los adjetivos comunes con que se suele engrandecerlo. Sin bronce, Fangio es demasiado humano. En 150 páginas, Prenz nos entrega una investigación enorme. Acompaña y entrevista a sus hijos no reconocidos, que se reparten entre Balcarce, Mar del Plata y Lobos. Convive con Rubén, Oscar y Juan. Habla con sus familiares y cruza de vereda para escuchar a los primeros herederos oficiales. Aquellos que niegan una herencia superior a los 50 millones de dólares. Regalías, campos, otras propiedades. Nafta Fangio XXI. Ropa masculina. Relojes Tag Heuer. El Museo de Balcarce. La Fundación. Todo fue a auditoría. En apenas una página, el autor refiere a la Mercedes Benz. “Fangio era el máximo directivo de Mercedes en el momento de las desapariciones, desde el jefe de personal hasta el vigilante de la puerta le obedecían, y sin embargo murió en democracia sin ser investigado”.

Los tres nuevos herederos son adultos mayores. El ADN entre ellos arrojó 97.4 por ciento de compatibilidad. Asombra, cuenta Prenz, sus parecidos físicos con el quíntuple campeón. Nacieron de relaciones no formales u ocultas. Uno de ellos, Oscar, sabía del vínculo filial. Pero las diferencias con el padre se volvieron abismales. Apenas consiguió que le sumara el apellido al documento. Una solución transitoria con final abrupto. “Le pedí de vuelta a mi viejo de solucionar de verdad el problema, porque lo de sumarme su apellido había sido un parche. Quedamos en que si un día me casaba y tenía hijos, él me iba a reconocer legalmente así sólo me quedaba mi apellido verdadero, Fangio. Con Norma nos casamos en 1967, tuvimos tres hijas y mi viejo nunca cumplió con lo que me había prometido. Él y su abogado decían que no se podía solucionar lo del apellido. Así que tuve que inscribir a mis tres hijas como Espinosa Fangio”, le dice Oscar a Prenz. Y después: “Él, en lo deportivo, fue excepcional, el mejor. Pero tuvo fallas conmigo, con Rubén, con Juan. Mi viejo no se hizo cargo de nada con nosotros”.

Otro de los hijos, Juan, cuenta que su madre, Susana Rodríguez, tenía 15 años cuando tuvo “una relación corta” con el piloto, entonces de 33. A la vez, Rubén le dice a Prenz que los sobrinos de Fangio pusieron palos en la rueda. En un escrito para evitar el reconocimiento filial a partir de los ADN se lee que “nuestro tío se caracterizó por su honorabilidad, bondad y trayectoria” y que “no deja de sorprendernos que se manifieste que nuestro tío tuvo una relación adúltera con una mujer casada (…). Conocida es su generosidad, antes de morir donó al municipio de Balcarce todos los premios, medallas, trofeos, condecoraciones, que recibió durante su carrera para que fueran exhibidos en el Museo Fangio…”. Y: “Nuestro tío gastó en vida todo el dinero que poseía en tratamientos médicos para la enfermedad renal que lo llevó hasta su muerte. ¡Qué más hubiese querido Juan Manuel Fangio que tener un hijo y sobre todo un varón que lo acompañara en sus carreras y fuese su discípulo!”.

Los tres Fangio coinciden en la falta de rencores. Cada cual a su modo logra separar al ídolo popular del humano. Rubén, al que Prenz vuelve a visitar en una mesa familiar, dice a modo de ejemplo: “Cada cual tiene sus grandezas y sus miserias. Aunque es demasiado fuerte decir miserias. Digamos flaquezas. Cada cual tiene sus grandezas y sus flaquezas”.

Abrir chat
Hola, ¿En que te puedo ayudar?
Hola 👋 soy colaborador de Fundación La Balandra 😊 Mi nombre es Milton. ¿En qué te puedo ayudar?