Especial: Literatura mundialista
El fútbol como espejo de la realidad
por Alejandro Duchini
En la húmeda trinchera, calados hasta los huesos, los dos soldados esperan (…) Esperan que regrese el compañero que ha partido con una misión puntual hace 15 minutos. Mientras, los dos soldados aprietan el fusil, separan la mano para compartir el penúltimo cigarrillo, disimulan el vacío en el estómago con el jarrito tembloroso del mate cocido navegado por grumos de leche indisoluble. Al volverse, uno de los soldados ve al compañero que al fin regresa. Al momento, son otra vez tres en la trinchera helada.
–¿Y? –lo interrogan ansiosos.
–Perdimos uno a cero –dice el recién llegado.
–¿Con los belgas?
–No puede ser. ¡Qué boludos!
(…)
–Esta mierda… y encima pierde la Selección.
–Lo único que nos faltaba.
El texto del periodista y escritor Juan Sasturain nos traslada a 1982, plena Guerra de Malvinas. Paralelamente, se juega el Mundial de España, en el que la Selección argentina campeona de 1978 defiende el título. En su debut, pierde con Bélgica. Es el primer mundial con Diego Maradona. Pero Argentina es un país partido. Se lee en La patria transpirada. Uno de los mejores libros que van a encontrar sobre mundiales. No hay estadísticas sino memorias personales vividas “por la tele, en vivo, de oídas o por rebote familiar”, explica Sasturain. El libro transmite la emoción sobre algo que abarca a la mayoría de los argentinos: el fútbol. Y dentro del fútbol, los mundiales. Muchas veces termómetros del humor social.
Hubo un tiempo en el que un libro sobre fútbol era menospreciado. Los intelectuales lo denostaban por popular. Entre ellos, el sociólogo Juan José Sebreli. Llegó a dedicarse al tema: La era del fútbol. Interesante trabajo para entender a quienes no entienden por qué el deporte puede ser una pasión y, a la vez, tema de lectura. Afortunadamente, en las últimas tres décadas los deportes, y particularmente el fútbol, fueron masivamente encarados por intelectuales y periodistas de primer nivel. Los mundiales ya no son un tema menor. De hecho, el español Manuel Vázquez Montalbán teorizó con su Fútbol, una religión en busca de un Dios. O lo mismo podría decirse del gran De fútbol somos, del escritor Rodolfo Braceli, o Dios es Redondo, del mexicano Juan Villoro, quien además incursionó con otros títulos. Entre ellos, Ida y vuelta, basado en correspondencia intercambiada con su colega argentino Martín Caparrós durante la Copa del Mundo de Sudáfrica, en 2010.
Cada mundial es una excusa para leer. Es difícil abstraerse de los climas mundialistas. Lo bueno es que aparecen trabajos que nos invitan a reflexionar, sentir o emocionarnos. Prueben con Osvaldo Soriano en “El hijo de Butch Cassidy”, relato incluido en su Cuentos de los años felices. Allí recuerda un mundial que no existió, el de 1942, cuando el mundo atravesaba la Segunda Guerra. Soriano nos contó que se jugó en La Patagonia. Lo ganó un equipo mapuche integrado por argentinos y chilenos. Los alemanes eran la potencia. También participaron italianos, españoles y polacos. El tío de Soriano, Casimiro, le contó los detalles, que incluían incidentes con cuchillos y armas de fuego.
No se podría entender Qatar 2022 sin leer La caída del imperio, de Andrew Jennings, y FIFA – Mafia, de Thomas Kistner. Escocés, Jennings se convirtió en el enemigo público número uno de la FIFA. Sus denuncias permitieron el FIFA Gate. Incluyendo los sobornos a Rusia y Qatar para organizar los mundiales de 2018 y 2022. Joseph Blatter, ex presidente de la FIFA, aparece en la portada de la edición en español. Fue uno de los manchados por el escándalo, junto al símbolo del fútbol francés, Michael Platini. Se creían impunes para continuar el legado de Joao Havelange. El Mundial que se disputa por estas horas lo disfruta otro presidente, no menos cuestionado: Gianni Infantino. Kistner, periodista alemán, también apunta a la FIFA. Y no se olvida de la relación entre el fútbol, los deportes olímpicos y sus dirigentes. Incluso cuenta cómo la firma Adidas se constituyó en potencia gracias a sus relaciones con los poderosos. Los entresijos del actual Mundial, puntualmente, pueden conocerse a través del reciente libro del periodista español Fonsi Loaiza, Qatar: Sangre, dinero y fútbol.
Los argentinos tenemos nuestro Vietnam futbolero: el Mundial 78 en plena dictadura está muy bien registrado. Hay un trabajo monumental que se titula 78 – La historia oral del Mundial. Su autor, Matías Bauso, se tomó cinco años para contarlo en 857 páginas. Hizo entrevistas, leyó una cantidad envidiable de libros y revisó revistas, videos y audios. Publicó avisos comerciales de época. Contó cómo se fue gestando desde el gobierno peronista hasta el desfalco económico y criminal que ejecutó la junta militar de Videla, Massera y su banda asesina. La misma temática la había contado antes Pablo Llonto en La vergüenza de todos – El dedo en la llaga del Mundial 78. Lectura insoslayable sobre deporte y derechos humanos. Publicado en 2005, arranca –coincidentemente– con una mención de Hebe de Bonafini, quien acaba de fallecer a sus 93 años. “La ciénaga es demasiado grande como para construir sobre ella, tapándola, una casa firme donde brille el sol para nuestros hijos y nuestros nietos”, reflexiona Bonafini. “Los mil intentos por cubrir con una losa el pasado de los argentinos han fracasado”, agrega Lonto.
Fernando Ferreira encaró el mismo mundial, pero desde el papel del periodismo. Hechos pelota – El periodismo deportivo durante la dictadura militar. Aparecen, entonces, los periodistas y medios que desinformaron tanto en el Mundial del 78 como en el del 82. “El papel desempeñado por el periodismo deportivo durante la dictadura no ha sido materia de debate; si, en cambio, la labor del periodismo en general o de las empresas periodísticas en particular”, reflexiona el autor. Con este trabajo, esa cuenta está saldada.
Mucho más acá en el tiempo, los periodistas Cune Molinero, Alejandro Turner, Pablo Aro Geraldes, Agustín Martínez y Sebastián Gándara produjeron el Atlas Mundial de camisetas. Sin dudas, merece un lugar en el podio de los libros de colección. Textos, fotos y dibujos. Hermoso libro sobre los modelos de todas las camisetas de las selecciones de fútbol. Europeas, americanas, africanas, asiáticas y las de Oceanía. Los buzos de los arqueros emblemáticos. Las que se utilizaron en Juegos Olímpicos. Las raras. En Historias secretas de los mundiales, Alejandro Fabbri nos invita a ver lo oscuro que hay en el juego. A veces desde lo gracioso, otras desde la tristeza que significan la trampa y la impunidad.
Con la excusa de contar un partido determinado, Andrés Burgo terminó por contar un Mundial. El partido – Argentina Inglaterra 1986 tiene como epicentro el encuentro de México 86, el de los goles inolvidables de Maradona. Uno con la mano, otro tras gambetear a medio equipo inglés. Burgo nos lleva a los meses previos, investiga cómo se formó aquel plantel desde que asumió Carlos Bilardo en lugar de César Luis Menotti. Cuenta sobre los intentos desde la política por echar a Bilardo y cómo Julio Grondona, presidente de la AFA, lo apoyó. Investiga lo que hubo detrás de las míticas camisetas que se utilizaron esa tarde y hace una radiografía de aquel Maradona, en su mejor momento. El mismo Maradona recuerda aquellos años felices en su Mi Mundial – Mi verdad, escrito por el periodista Daniel Arcucci y publicado en 2016, al cumplirse tres décadas del título.
El Mundial del 90 se convirtió para los argentinos en una herida tan difícil de cicatrizar como la de Brasil 2014. Dos finales perdidas. La diferencia está en que la de Italia significó el cierre de un ciclo que había llegado a su punto más alto en el 86. Aquella imagen de Maradona llorando tras perder ante Alemania se convirtió en un ícono. Dos libros lo refieren, ambos publicados en 2020. Italia ‘90 – Una épica de lo imposible, de Pablo Alonso; y El último Mundial – Un recorrido sensorial por Italia ‘90, de Cune Molinero y Alejandro Turner. En esta línea se ubica Siamo Fuori, de José Esses y Federico Lisica. El contenido se explica en su portada: Por qué no ganamos un Mundial en los últimos veinticuatro años. Por qué podemos ganar la Copa en Brasil. Estuvimos cerca, como anticipan los autores. La lectura de este libro es un placentero viaje a momentos que no sólo marcaron a los futboleros sino a la sociedad argentina en general.
Dicen que cada cuatro años el escritor uruguayo Eduardo Galeano ponía en la puerta de su casa de Montevideo un cartel en el que se leía “Cerrado por fútbol”. Cuando se jugaba un Mundial, no quería que lo interrumpieran. Futbolero a ultranza, Galeano hizo uno de los mejores libros sobre la temática. El fútbol a sol y sombra se publicó en 1995 y desde entonces se renovó tras cada Mundial. La última renovación fue en medio de Brasil 2014. En abril de 2015, tras padecer una enfermedad de larga data, Galeano murió.
Este clásico tuvo un hermano menor nacido en 2017: Cerrado por fútbol, una hermosa recopilación de textos futboleros escritos por Galeano a lo largo de su trabajo como periodista. “Galeano –cuenta su editor y amigo, Carlos Díaz– tenía la convicción de que el fútbol es el espejo del mundo y de la realidad”.