Lecturas: Rara

Por Anahí Flores

raraRara, de Natalia Zito, es el monólogo interior de una mujer esperando que llegue el camión de mudanza. Un monólogo que se sostiene por algunos días, aunque el paso del tiempo se desdibuja: ella sabe que el camión llegará y así y todo no se apura en juntar las cosas. Hay tiempo, se dice a sí misma. Fantasea con deshacerse de sus pertenencias (y de las de su ex y su hijo) en vez de armar las cajas para mudarse. Tal vez la solución sea prender fuego la casa con todo dentro. Y con respecto al fuego, aparecen dos elementos desde el principio pero que recién con el transcurrir de la novela vamos sabiendo de qué se tratan: su mano rara (así la llama ella) y unas cenizas que alguna vez esparció en el jardín y que la anclan a esa casa. Ambos elementos son parte de ella, su lado oscuro. En cierto sentido, lo que la distancia del mundo.

La casa de la que debe irse es el hogar en el que tuvo una familia que ya no existe, que ella intentó mantener como si lo inevitable pudiera evitarse. Deambula por las habitaciones juntando cosas, o tirándolas, dejándose llevar por los recuerdos que muchos objetos guardan. Envuelve el edredón pesado bajo el que durmió con su ex durante años y lo arroja al suelo, trata de meterlo en una bolsa de consorcio como si fuera un cadáver del que hay que deshacerse. Llega a pensar en descuartizarlo.

Mientras arma su mudanza, intenta desprenderse de su vida pasada y se hace preguntas, de esas que nos hacemos a nosotros mismos, las impronunciables. ¿En qué momento uno se convierte en algo mucho peor de lo que soñó? ¿Cuántas veces en la vida podés cambiarlo todo por completo? ¿Cuándo es el momento en que te das cuenta de que esta vez no vas a volver a empezar?

La maternidad, la separación, la hipocresía conviven en esta novela editada, este año, por Emecé.

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