También quita el gusto y afiebra las historias: el covid-19 enfermó mi texto

 por Patricio Eleisegui

Patricio EleiseguiUna pandemia de estados de ánimo: ese efecto —a esta altura primario, aunque en principio se desnudó secundario— sigue haciéndose sentir al momento de promover o interactuar con un texto ya en desarrollo. 

Hablo de mi caso, por supuesto: la irrupción del covid-19 en Argentina me encontró a escasos metros de concluir una novela de corte humorístico. Un cruce multitudinario de personajes, escenarios, épocas, en una situación bizarra —aunque probable—. Como pocas veces en los últimos años, de pronto me ganaban el entusiasmo y la expectativa. 

El envión nacido en 2019 no sobrevivió a las primeras semanas de cataclismo sanitario. Sucumbió a la par de una enfermedad que se volvió tema dominante. Para colmo, mi labor diaria en lo periodístico obligó a seguir de cerca el día a día del drama que inició en China, y luego saltó rápido hacia Europa, África y América.

Consecuencia inmediata y duradera: la proliferación de contagios derivó en un estado de shock que al día de hoy me impide retomar cierto espíritu festivo que venía volcando en la trama. Por el contrario, y a tono con el escenario de incertidumbre y preocupación predominante fuera del Word, los personajes comenzaron a tornarse dubitativos, amargos, pesimistas. Infectados, en concreto.

En un principio me obligué a continuar escribiendo. Después de todo, comencé a disponer de más horas en el hogar, se apagaron por completo los viajes, la investigación periodística fuera de Buenos Aires, también la vida social. La ausencia de momentos libres para finalizar el texto falleció como excusa.

Pero luego, y a modo de artilugio que me permita evitar la pérdida total del enfoque inicial, tomé la decisión drástica de paralizar el cierre de la novela hasta nuevo aviso. Trato de asumir que activé cierta pausa positiva en el esfuerzo por hacer pie en esta nueva etapa de un mundo en despedida. La duda que surge es qué sentido creará esta intención de comedia con pretensión de libro a partir de la redefinición de hábitos, comportamientos, reacciones y consumos que cada semana acentúa el problema sanitario doméstico y global. 

En contrapartida, si bien para este año no tenía pautado avanzar con publicaciones de investigación periodística, el parate en la ficción me habilitó (otro) tiempo y espacio mental para prestar atención a distintas problemáticas. 

Por ende, sobre todo en las últimas semanas comencé a profundizar en temáticas de perfil ambiental y ecologista que guardan relación con el covid-19 y que, entiendo, merecen ser abordadas desde el análisis que posibilitan los textos extensos y abundantes en datos y voces. 

En ese trabajo de dar cuenta con perspectiva informativa se diluye el aspecto anímico, que reconozco más personal, sí me determina al momento de generar una ficción. Por supuesto que la labor es muy diferente a la del desarrollo de una novela y en este momento lo que prevalece es la producción del material antes que el acto de escritura. 

Considero que esto último, si no surgen raros contratiempos, tendrá lugar en la primera parte de 2021. O sea, todavía en estadio de pandemia. Veremos si lo logro.

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