El eterno resplandor del Borges oral
No es breve la lista de libros editados en 2024 con Borges como protagonista: la recuperación de aquellos audios que derivaron en Curso de literatura argentina. Universidad de Michigan, 1976; la transcripción de las clases abiertas en la TV Pública bajo el título Borges por Piglia; La biblioteca infinita. Leer y desleer a Borges, de Ricardo Forster; y Borges y el derecho. Interpretar la ley, narrar la justicia, de Leonardo Pitlevnik; entre varios otros.
También llegó a las librerías, al cierre del año pasado, la edición definitiva de Jorge Luis Borges – Osvaldo Ferrari: Los diálogos, un tomo de casi ochocientas páginas que recupera una de las condiciones fundamentales del autor de Ficciones: la oralidad. Ese “incomparable escritor oral” que era, dice el propio Ferrari. Editado en su momento en dos tomos, aquí reunidos, se le agregan algunos inéditos: la predisposición de “prolongarse, volcarse, vaciarse en palabras”.
Entre 1984 y 1985, ya cerca de emigrar a Suiza definitivamente, Ferrari y Borges llevaron adelante un ciclo radiofónico donde abordaban los temas más diversos. La literatura fantástica, la ciencia ficción, el realismo, el estoicismo, el detrás de escena de sus propios cuentos y poemas, los escritores rusos, el Siglo XIX, la amistad, Edgar Allan Poe, Kafka, Sarmiento, su madre –Leonor Acevedo–, la gauchesca, sus antepasados familiares, el Quijote, la memoria, el don de la poesía, el humor. El listado es extenso, podría continuar eternamente, sobre esa eternidad a la que aludía Borges sin cesar.
Ferrari escribe en 2023 un prólogo donde recupera el detrás de escena de aquellas largas y polifacéticas charlas radiofónicas; en el de 1998, a la primera edición, detalla que los diálogos se dieron en Radio Municipal –por entonces bajo la dirección de Ricardo Constantino, tras el regreso de la democracia–, donde, dice, para Borges, “dialogar era una forma indirecta de escribir, continuaba escribiendo a través de los diálogos”. A ese le sucede un prólogo del mismísimo Borges, fechado en 1985, en el que alude a la vieja Grecia como descubridora de la conversación filosófica como modo de contacto entre los hombres. En “El culto de los libros”, por ejemplo, el entrevistado rememora que Platón sostenía que “los libros parecen cosas vivas, pero que sucede con ellos lo que sucede con una esfigie; que uno le habla y no contesta”. Sólo que, en este volumen, dos hombres se preguntan y responden, y hasta el libro mismo parece responderle al lector. Así, uno puede encontrarse con capítulos de un promedio de entre seis y diez páginas, donde alternan la clásica y aguda visión literaria y existencial del ser, con giros de un delicado humorismo. Nada que pensemos como posible e imposible, real o irreal, concreto o abstracto, queda fuera del universo borgeano. La edición definitiva de Los diálogos viene a confirmarlo.