El Negro Vila
Enrique Decarli
El Negro Vila era, además de negro, narigón. Tan negro y tan narigón que casi presumía. Por eso cuando lo conocí le agarré bronca. Al tiempo nos hicimos amigos y me presentó a la familia. Lo primero que noté fue que ninguno era negro. Ninguno era narigón en la familia Vila. Adoptado de acá a Luján, pensé. Y me dio lástima, pobre Negro. Negro, narigón y adoptado.
Lo encaré una noche que estudiábamos. Serían las dos de la mañana y el Negro se caía de sueño. Pero aun con las defensas bajas, cómo se aborda a un amigo sobre un tema así. Revolver que los padres no son los padres, que el hermano no es el hermano.
—Negro —le dije para empezar—. ¿Te pasó algo en la nariz?
—De chico me tragué una silla —dijo—. Y no te rías.
No me había reído ni me hubiera reído por nada del mundo. El Negro ―un tipo alegre―, estaba mortalmente serio.
―Se me fue a la nariz ―dijo―. Y ahí se trabó.
Supuse que prefería evitar el tema y un rato aguanté. Después se me hizo imposible.
—¿Te duele?
—Ya no —dijo.
Conté las sillas del living. Los juegos de mesa y sillas (cualquiera lo sabe) traen seis sillas. En casa del Negro había cinco.
—Negro. Disculpame. ¿La silla que falta?
—Sí —contestó sin levantar la vista.
Al confirmar qué clase de mueble tenía el Negro en la nariz, la verdad, ya no me pareció tan narigón. Sí me llamó la atención que no sobresalieran las patas o el respaldo. Y se lo dije.
—No se te nota, Negro.
—¿Me estás cargando?
—En serio, che. No se te nota.
Entonces la cara se le iluminó. Y lo dijo. Dijo las palabras que lo convirtieron en mi amigo más entrañable.
—¿Querés verla?
—Por favor.
El negro acercó el velador. Tiró la cabeza para atrás y separó las aletas de la nariz con los pulgares. Me agaché y miré. Ahí estaba. Se la veía en perspectiva. Las patas. La tabla del asiento. El respaldo incrustado en el cerebro del Negro o en el techo del living.
—¡Qué loco, Negro! —le dije.
—No le digas a nadie —me pidió.


Enrique Decarli
(Buenos Aires, 1973)
Narrador, abogado y músico argentino. Publicó los libros de cuentos Desde la habitación del sur (Libresa, 2009), finalista del Concurso Internacional de Literatura Juvenil organizado en Quito, Ecuador; Big Bang (Textos Intrusos, 2013), Jauría (Eloísa Cartonera, 2014), premio “Nuevos Sudaca Border” 2013, Bengalas (Paisanita Editora, 2014); la nouvelle Flipper (Paisanita Editora, 2016) y Carrusel: un libro de relatos largos (Kintsugi Editora, mayo de 2018). En 2013 fue finalista del 3er. Concurso de Narrativa Eugenio Cambaceres, organizado por la Biblioteca Nacional Argentina y el Museo de la Lengua. Varios de sus relatos fueron publicados en antologías, soportes digitales, plaquetas y revistas en Argentina, Uruguay, España y México. En 2019, con dirección de Ricardo Larrama, se estrenó su primera obra de teatro: Las oportunidades perdidas. Desde el año 2008 dicta talleres de lectura y narrativa. Vive con su hija Magdalena, en Rafael Calzada, provincia de Buenos Aires.
un post espectacular, que gustazo leer así, gracias administrador.
Redondisimo! Perfecto!
Y lo fantástico se permite un anclaje en lo real ( » eran cinco sillas…) lo que lo vuelve más inquietante!
Completamente surrealista y loco. Tiene que tener uno mucha imaginación díscola.
Desconcertante para mí, pero creó que necesitaba un sacudón, y lo tuve. Gracias.
Diálogos precisos. Resolución del final. El afecto acerca, siempre! Síntesis. Muy buena elección La Balandra!
Felicitaciones, Enrique Decarli!
Un drama sin vueltas tener el cerebro cerca de una silla. Muy bueno el conflicto, y aparte de resolverlo con sorpresa y bien simple dejás colgado por qué él es negro y la familia no, y el tema de la adopción para «El Negro Vila 2».
Habría que preguntarle a Decarli si habría una segunda parte del cuento.
Gracias por pasar a leer y comentar.
Un abrazo.
Me gusta la brevedad donde el contenido expresa todo el sabor. Hay una circularidad en la construcción, en el secreto que se sospecha en el inicio y la frase «no le digas a nadie» con el inesperado final. Me hace acordar el concepto de lo fantástico de Cortázar, a veces es solo una manera de ver la realidad.
Gracias por compartir tu opinión sobre la lectura, Anahí. Sí, hay cierta reminiscencia al fantástico de Cortázar en el cuento. Tal vez sea un autor que le gusta a Decarli. Habría que preguntarle.
Abrazo.
Lo que más disfruté es ese diálogo impecable: el registro exacto, ni una palabra de más, nada está forzado, como si lo oyéramos en la mesa de al lado en un bar.
Gracias por compartir tu opinión sobre el cuento, Alejandra. Nos alegra que hayas disfrutado la lectura. Efectivamente, uno de los puntos fuertes de este cuento es el diálogo.
Te dejamos un abrazo.
Cortito y al pie, con un lenguaje coloquial que te mete de lleno en el relato. ¿Podría haber seguido el texto? Tal vez. ¿Necesario? De ninguna manera.
Nos alegra que hayas disfrutado la lectura, Ricardo. Muy interesante tu aporte.
Abrazo.
Breve y bueno, dos veces bueno. El final insólito lo hace aún más agradable. Me gusta el lenguaje sencillo que usa el escritor.
Muy buen relato, no conocía a Decarli y su maestría me capturó.
El Negro Vila es un texto para no olvidar, su lenguaje y su ritmo lo vuelven exquisito.
Nos alegra que hayas podido descubrir a un nuevo autor, Vanesa.
Gracias por pasar a leer y dejarnos tus impresiones.
Un abrazo.
Muchas gracias por pasar a leer y dejarnos tu comentario, Melé.
Un abrazo.
Amo los cuentos breves que te desvían del camino lógico para mostrarte un imposible que se vuelve posible así que me encantó!!!!
Gracias por pasar a leer y comentar, María Cristina.
Un abrazo.
cortito y al pie!
Gracias por la lectura, Nicolás.
Un abrazo.
Creo que lo más lindo de este cuento es su liviandad. Lejos de los artificios pretenciosos, cuenta una historia tan leve que nos hace sentir muy cerca de ese par. Claro que acá liviano no es simple: hay mucho para pensar a partir de ese tomar el sentido literal de las frases que usamos habitualmente sin más.
Gracias por pasar a leer y contarnos tus impresiones, Andrea. Efectivamente, el juego con las palabras que ofrece este cuento es parte de su gran encanto.
Te dejamos un abrazo.
Hola, gracias por esta nueva entrega.
Me pareció un relato preciso, justo, no sobra ni falta nada. Cada palabra es la adecuada, cada palabra y cada expresión en sus múltiples sentidos.
Me imaginé que puede ser un excelente cuento ilustrado.
Se lee de un tirón.
Muchas gracias, saludos y hasta la próxima.
Nuria
Gracias por pasar a leer y comentar, Nuria. La idea del cuento ilustrado suena genial.
Un abrazo.
Qué buen giro de la historia en tan pocas palabras. Dos hombres jóvenes terminan derramando toda la ingenuidad de los niños en un absurdo que se hace creíble. Delicioso para mi.
Qué bueno que hayas disfrutado la lectura, Alicia. Nos encanta poder conocer la opinión de nuestras lectoras y lectores. Esperamos que el resto de los cuentos también te convoque.
Un abrazo.
«El Negro Vila» impacta por su sencillez y el efecto que produce en el lector: la sensación de que las palabras nunca son literales…y cuando lo son nos quiebran…
Gracias por sumarte a leer y comentar, María Rosa. Sí, este cuento tiene el condimento de la brevedad, además de una potente originalidad imaginativa.
Un abrazo.
Espectacular. Me hizo creer sin dudar que una persona puede tragarse literalmente una silla con la nariz.
Creo que ahí, precisamente, está la pericia de Decarli con este cuento: hace que le creamos sin lugar a dudas.
Un abrazo, María Emilia. Gracias por sumar tu comentario.
Hace tiempo leí este cuento, justamente por haber escuchado la entrevista de Liliana Heker en donde habla de este autor. Me pareció desopilante; un cuento breve, muy breve con una condensación de absurdo y aparente sinsentido y de no saber para donde va y en que va a terminar. Este cuento ,me permitió pensar, para los que intentamos escribir, el tema justamente de»el tema » del cuento, de dónde surgen las ideas, los pensamientos o imágenes para escribir . Cómo una idea al pasar, un comentario, un dicho, una reflexión pueden dar pie para una historia. Ahora la cuestión no sólo es el tema sino cómo contarlo. Decarli es impecable. Me encantó.
Buenísimas tus impresiones, Mariela. Nos encanta poder disfrutar de estos comentarios sustanciosos. Esperamos que el resto de los cuentos también te convoque.
Un abrazo.
Breve, pero exacto el uso de las palabras, un poco mas largo y siento que se desvirtuaba .. Felicitaciones Enrique..
Gracias por pasar a leer y dejarnos tu comentario, Marcelo.
Un abrazo.
Creo que precisamente lo más inesperado de este cuento es , al menos para mí, el corte casi abrupto que nos lleva al final. Es como que me deja con ganas de más. Y no porque le falte nada, más bien porque lo traía todo tan redondito, tan bien creado el suspenso, que ya me había acomodado en mi silla para deleitarme un rato más.
Me encantó. Es evidente que el autor pone mucha atención las palabras y en eso me identifiqué.
Qué bueno, Gabriela. Esperamos que puedas seguir acomodada en la silla leyendo el resto de los cuentos que hemos seleccionado.
Un abrazo.
Me gustó. Breve pero bien completo y de final inesperado
Ja ja, muy bueno. Y con un final acorde a la extensión del cuento.
Fantástico que te haya gustado, Paola. Esperamos que sigas leyendo y compartiendo tus comentarios.
Un abrazo.
Gracias por pasar a leer y dejarnos tu comentario, Paola.
Un abrazo.
Me gustó su brevedad, la anécdota, los diálogos. Muy original. Como en los otros cuentos leídos hasta ahora en este espacio, rescato el comentario del autor acerca de la escritura del mismo. Es como estar en la cocina del cuento.
Qué bueno que te haya gustado el cuento, Alicia. Precisamente, los comentarios sobre el proceso creativo de autoras y autores nos parece un recurso rico para entender el mecanismo de cada cuento. Siempre hay algo interesante para conocer en ese sentido.
Buenísimo que también te parezca interesante.
Nos seguimos leyendo.
Un abrazo.
Me gustó. Mientras leía sentía estar espiándolos, uno más en la escena.
En efecto, da esa sensación. Gracias por sumar tu comentario, Diego.
Un abrazo.