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Literatura y deportes: El lado futbolero del Indio Solari

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Literatura y deportes

El lado futbolero del Indio Solari

por Alejandro Duchini

Indio Solari, artista emblemático de nuestra cultura, tuvo una infancia de fútbol en la calle. Nació en Paraná, vivió en Santa Fe, pero la pelota lo marcó en La Plata. “Cerrábamos las dos esquinas y éramos veintipico, jugando”, le recuerda al periodista Marcelo Figueras en Indio Solari. Recuerdos que mienten un poco, un libro de 850 páginas escrito a cuatro manos por ellos. Había un vecino, agrega el músico, al que apodaban Caimán y al que volvían loco con pelotazos al portón de su casa. Cada vez que el hombre salía, se escapaban. “Una vez salió con un cuchillo y, mamita: chau pelota”. La venganza fue la costumbre de molestarlo a la hora de la siesta. “Nunca más durmió”.

Solari se describe como un jugador que “tiraba buenos centros, pero ante todo era amigo de los que jugaban bien y por eso me metían en sus equipos. Fui un buen marcador. Ahora, ojo: no pasaba diez metros de la mitad de la cancha, porque no me gustaba entrenar. Era sucio para jugar, no pegaba fuerte pero te sacudía el tobillo todo el primer tiempo y en el segundo ya no podías correr”. También recuerda que siguió jugando “ocasionalmente por puro placer” hasta que, jugando con sus sobrinos, se quebró los meniscos antes de un show.

Lector empedernido, comenzó a fabricar sus propios juguetes cuando la Revolución Libertadora dejó sin trabajo a su papá. “Todos los pintores y escritores –los artistas en general– parecen signados por una niñez desgraciada, dolorosa, en la que han sido muy castigados (…). Mi infancia fue feliz”, dice en este libro publicado en 2019 y que está destinado a ser una memoria eterna del Indio Solari, un músico reacio a las entrevistas periodísticas. Su elección por el silencio suele dejarlo a punto para aquellos que critican por costumbre. De eso también habla Solari.

Sobre su elección futbolera en favor de Boca cuenta: “De chico los vecinos me regalaban camisetas de fútbol, para que me hiciese de unos u otros. Yo usé siempre la de Boca. Por los colores, ante todo; la blanca con la banda roja nunca me tiró bola”. La vida de Solari continuó por la costa bonaerense y Brasil. Ya crecido, conoció a Skay Beilinson, surgió Patricio Rey y Los Redonditos de Ricota y lo que sigue es historia conocida. Lo desconocido es el lado futbolero de Solari, quien además irrumpió sorpresivamente para hablar de Juan Román Riquelme en el libro El caño más bello del mundo, de Diego Tomasi, publicado en 2014: es uno de los homenajes más sentidos sobre el actual presidente de Boca. Las palabras de Solari sobre el 10 se mezclan con las de Alejandro Dolina, Ricardo Bochini, Martín Kohan y Juan Sasturain, entre otros. Tomasi contó en su libro que Solari admira “sobre todo, a una persona. Esa persona es Juan Román Riquelme”. Cuando el Boca campeón del Apertura 2011 enfrentó a All Boys, Solari fue por primera vez a La Bombonera para conocer al jugador. El encuentro debía darse sin difusión debido a la conocida postura del cantante de no mostrarse en público. “Me sorprende que una persona tan querida por la gente se acuerde de mí”, dijo Riquelme. Solari también se refirió al jugador y lo hizo de manera exclusiva para el trabajo de Tomasi. “Román ha sido, de todos los jugadores que vi, el que más me ha hecho disfrutar del fútbol”, le escribió. “Creo (y esto sin tener acceso a la intimidad del vestuario) que es uno de los últimos jugadores que conducen su vida deportiva respetando códigos articulados por la honestidad y el respeto”, agregó. Sobre Riquelme volvió en sus memorias: “Un artista es como Román”. 

“Yo separé las cosas, como hizo mucha gente”, le dice a Figueras sobre el Mundial del 78. “Como sabía lo que estaba pasando, nunca fui a la cancha. Tampoco salí con la bandera a festejar. Las únicas veces que festejé por cuestiones vinculadas al fútbol fue cuando ganaban Estudiantes o Gimnasia y Esgrima de La Plata. En la época gloriosa celebrábamos con todo: sándwiches de miga, maníes, cerveza… Aprovechábamos el festejo y nos sumábamos, dejando la mesa sin pagar. ¡Si yo siempre fui bostero!”.

En Recuerdos que mienten un poco Solari detalla el significado de sus letras, que hasta hoy quedaba al misterio del libre albedrío. Cuando se le pregunta por el clásico “Noticias de ayer” cuenta: “Cuando digo ‘Se desgració el campeón del hiperfútbol’, hablo de Maradona”. Más adelante volverá sobre Maradona. Será cuando refiera al día en que fue detenido con drogas en un departamento de Caballito., en 1991. A la vez –y coincidentemente, como se señala– moría Walter Bulacio a manos de la policía. Tenía 17 años cuando fue a un recital de Los Redonditos de Ricota en Obras. “No creo que se hayan enterado ese día de que Maradona tomaba merca… En general no le erran con los cañonazos: siempre le apuntan a figuras que tienen resonancia popular y su propia manera de pensar (…) Todo se digita”.

De Diego recuerda la vez que lo invitó al programa La noche del 10. No fue, dice, porque “la televisión es algo que está más allá de mis posibilidades. Me gusta el pinball pero no ser la pelotita, y cuando estás ahí sos la pelotita”.

Solari refiere también a la futbolización de sus seguidores: “Mucha gente tendía a menospreciar a nuestro público. Pretenden que no pueden entender lo que les estoy diciendo, por eso de que mis letras son crípticas. Pero en los momentos clave de la canción, soy bruscamente claro”. Y alude a “una camiseta que empieza a nuclear a una tribu”.

De las hinchadas recordará cuando la de Huracán y Rosario Central le pidieron entradas para sus recitales y una noche en la que la barra de Chacarita se había ubicado “encima del techo del escenario”. No se olvida del ex dirigente de Racing Daniel Lalín: “Pasaba todo el tiempo con nosotros. Decía que aprendía… Un vivaracho, Lalín. En un momento se vio obligado a declarar la quiebra del club. La barrabrava terminó tirándole un tambor por la cabeza”. La cancha del club de Avellaneda resultó, con el tiempo, un sitio emblemático para Los Redonditos de Ricota.

Al leer estas memorias uno entiende cómo, a través de una banda tan importante, se puede recordar la evolución de la sociedad argentina. Algunos juzgarán a Solari como un egocéntrico. Otros preferirán la prudencia y sus seguidores observarán la grandeza de alguien que los acompañó a través de canciones. Creo que lo mejor es leer este libro y releerlo. Con auriculares, si es posible, mientras se escuchen esos temazos que hicieron Los Redondos primero y Solari después, en su actual etapa solista. La música puede decirlo todo.

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