Perfiles: Susana Thénon

Entre incoherencias y sinrazones, un estado de cosas

por Natalia Neo Poblet

Susana Thénon: poeta, traductora y fotógrafa. En su partida de defunción decía: Ama de casa. Murió joven por un cáncer de cerebro. Un año antes de morir tenía mareos, dolores de cabeza y comenzó a perder un poco la visión. Vivía sola pero cuando comenzó a sentirse mal por la enfermedad se fue a vivir con su madre, aunque la relación entre ellas no era buena. Convivieron en un departamento en el que reinaba un ambiente lúgubre y oscuro. 

Mariana Palomino quien integra el grupo de investigación Palimpsestos coordinado por María Negroni, directora de la Maestría en Escritura Creativa de la UNTREF, donde estudian la obra de la poeta, nos cuenta que Thénon antes de morir llamó a Ana Barrenechea y a María Negroni para entregarles en unas bolsas negras de consorcio sus poemas, correcciones, tachaduras, su tinta, sus papeles. Sabía que iba a morir de un momento a otro. Ellas fueron las encargadas de recopilar su obra y reunirla. Es así como en el año 2001 y 2004 Editorial Corregidor publica La morada imposible en dos tomos y en estos últimos cuatro años los reedita con fotografías, notas, borradores y correspondencia que mantenía Thénon con Barrenechea, donde le cuenta sobre sus lecturas y sus escapadas a San Clemente. También le envía poemas que están en proceso de escritura y le hace algunos encargos fotográficos. Las cartas tienen un tono cariñoso, cercano, compinche y hasta una intimidad burlona. Este año, la misma editorial publica Paraíso de Nadie con poemas y prosas inéditas que no habían sido incluidas en ninguno de los dos tomos de La morada imposible. María Negroni cuenta que “tras una larga pesquisa en las Bibliotecas de Estados Unidos, di con un texto inédito de Thénon que yo no conocía. El texto estaba en un audio leído por ella misma, llevaba por título Amores planetarios y está incluido en este volumen”.     

Su padre, católico y psiquiatra, se carteaba con Sigmund Freud, y su madre, de origen judío, era ama de casa. Ambos estimularon, desde que era pequeña, la formación artística de Susana Thénon, quien estudió piano varios años hasta volcar su interés a la poesía. Publicó sus primeros poemas a los 20 años. Al graduarse en la carrera de Letras, tomó clases aceleradas de latín y alemán. Muy convocada por la escritura del poeta y novelista austríaco Rainer María Rilke decidió traducirlo. Es a esos poemas que le agrega algunas de las fotografías que había sacado, amalgamando poesía e imagen, dos artes de escrituras que abren a una experiencia de lo sensible. Una toca a la otra y se extienden entre sí. La poeta entrelaza esos lenguajes con el cuerpo.

Entre los años de 1958 y 1967 publicó: Edad sin tregua, Habitante de la nada y De lugares extraños. Durante los 12 años posteriores no publicó ningún libro porque se dedicó a fotografiar a la bailarina argentina Iris Scaccheri, con quien viajó por Europa. Mientras una bailaba, la otra dejaba registro fotográfico de sus movimientos en el escenario, una nueva forma de trazar en el papel. 

Thénon expuso sus fotografías en diferentes lugares. Tituló a su muestra: Humor Blanco y Humor Negro. Ganó el primer premio de fotografía humorística en el Concurso Parisiennes en las Artes. Eran sesenta fotografías en blanco y negro, pertenecientes a cuatro series: Desconsuelos, Geometrías, El otro espacio y Los reales espejismos.

Hay en ella una gran búsqueda de la imagen tanto sonora como visual. Buscó el movimiento tanto en la imagen como en la escritura. En sus versos, por ejemplo, hay voces que se desdoblan, diálogos y repeticiones como si fuese una escena teatral. Puso a jugar la voz y el cuerpo. Quería que sus poemas se leyeran como una partitura. Hay un interés en ella por la plasticidad de la lengua que desemboca en un gran interés por el habla popular e incluso aquello que parece un sin sentido. “Yo estoy estirando el lenguaje, rompiéndolo, llevando al máximo todas las posibilidades que puede ofrecerme el español aún con incoherencias y estoy reflejando un estado de cosas al mismo tiempo con esas incoherencias y con esas sinrazones”, escribe Thénon en el Tomo II de La morada imposible, (Corregidor, 2021).

Cuando leía, era histriónica, teatral y arrabalera. Ese modo formaba parte de su propia experimentación de la escritura. Mover lo fijo del lenguaje.    

Recién en 1984 logra publicar Distancias, libro en el que trabajó durante varios años, con el apoyo insistente de Iris Scaccheri. Es en este poemario donde irrumpe su nueva poética, que incluye blancos, quebraduras, ecos y silencios. Thénon montó otro espacio y tiempo, donde el sonido dispone una nueva organización, quebrando el sentido e inaugurando espacialidad poética topológica.  

Leer a Thénon nos resuena en el cuerpo, nos toca, nos expande, nos ensancha y nos hace vibrar. Mientras el cuerpo se embriaga de esa otredad, la conciencia lucha para evitar encontrarse con lo sensible, racionaliza para comprender y así liberarse de saber que se tiene un cuerpo. Pero si renunciamos a la conciencia y nos dejamos tocar, se presenta algo de lo vivo y destellan nuevas configuraciones de vida. 

En 1987 publica Ova completa donde está el famoso poema “¿Por qué grita esa mujer?”, y que relanzan las feministas en sus luchas contra la violencia de género. Su escritura presenta algo de lo fragmentario, hace equivocar la lengua al quebrar el ritmo o mechar silencios. Subvierte el orden y así escribe una nueva imagen sonora y visual desvelando varios sentidos. Creando una escritura musical. 

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