Lecturas: Aquí empieza nuestra historia

Epifanías al alcance de la mano

por Fernando Manzini

Difíciles o imposibles de rastrear en librerías de nuevos y de usados, los tres volúmenes de cuentos de Tobias Wolff se condensan, por suerte, en un libro que reúne sus relatos escogidos. Porque Aquí empieza nuestra historia no es la mera congregación de todos los cuentos que escribió Wolff hasta la fecha, sino una selección (y una reescritura) de los cuentos que el mismo Wolff consideró dignos de defenderse contra el olvido. Veintiún cuentos ya publicados en libros anteriores, más diez cuentos nuevos, aún inéditos en volúmenes independientes.

Sea que se trate de niños soñadores o de adultos culposos, el tema de los cuentos más memorables de Wolff es la posibilidad de epifanía en personajes corrientes. En el gradiente que va desde lo bajo hasta lo alto, Wolff prefiere trabajar sus historias en la zona media, territorio común en el que usualmente suceden las cosas y con el que todos nos podemos identificar. Los personajes de Wolff nunca son del todo inteligentes, pero tampoco tontos; del todo ricos, pero tampoco pobres; del todo angelicales, pero tampoco viles. Del mismo modo, las historias que viven, son, salvando distinguidas excepciones, dramas comunes y corrientes, conflictos cotidianos. Es en este contexto, sin embargo, donde los personajes encuentran una brecha para redimirse o revelarse, su posibilidad de salvación.

En “En el jardín de los mártires norteamericanos”, una profesora mediocre descubre la posibilidad de dar la única clase auténtica de su vida, y la aprovecha, al precio de perder el cargo que anhelaba. En “La casa de al lado”, un insomne encuentra, en una mala película, la fantasía que le da a su vida un nuevo norte. En “Di que sí”, un inequívoco marido descubre, luego de discutir con su esposa, que la persona más cercana puede ser una perfecta desconocida. Si hay un corazón en los cuentos de Wolff, ese corazón está hecho de revelaciones cotidianas, de epifanías al alcance de la mano.

Corrientemente caratulado dentro del realismo sucio y del minimalismo, etiquetado, por pereza, debajo de apellidos categóricos como Carver y Ford, Wolff, sin embargo, se desmarca de las clasificaciones fáciles y es, en realidad, lo que debe ser: un escritor sui generis, un contador de historias único e irrepetible que escribe desde su propia especificidad. De Carver se distingue por sus narradores reflexivos, su necesidad de explicar las conductas de los personajes sin desbandarse ni a la psicología ni al didactismo. Lo desigualan de Ford sus personajes comunes, acaso menos espectaculares que los del autor de Rock Springs, pero, por la misma razón, más empáticos y queribles.

Siempre será una pena que no hayan sido incluidos, dentro de esta selección, cuentos como “Wingfield”, “Fumadores”, o “Aquí empieza nuestra historia”. El hecho de que este libro lleve el mismo título que un cuento que no se incluyó, deja mucho que pensar. Un guiño de Wolff a sus lectores nuevos, tal vez. Un gesto de bienvenida.

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