Entrevista: Juan Pablo Bertazza

“Aprovecho ese gran clima de extrañamiento”

Por Hernán Carbonel

Juan Pablo Bertazza es Licenciado en Letras por la UBA. Ha escrito para La Nación, Página/12 y Telam, y produjo y condujo el programa de literatura Hipertexto en CN23. Publicó los libros de poesía Los que no hablan (2010), En base doble (2013), Calle Lavalle (2015), La revolución tranquila (2015), La revolución de terciopelo (2017) y el libro de ensayos La furtiva dinamita (2014). Sus novelas Síndrome Praga y Alto en cielo fueron editadas por Adriana Hidalgo, y acaba de publicar Himnos al sol en la oscuridad, sobre Dylan Thomas. Acerca de estos dos últimos libros, y de su residencia en Praga, charlamos en esta entrevista con Juan Pablo para Fundación La Balandra. Nosotros desde acá, él desde la capital checa.

 

¿Cómo, y por qué, fue que te mudaste a Praga?

Una decisión lenta que fui madurando a lo largo de varios años. Básicamente, desde siempre me pareció interesante o incluso necesaria la experiencia de vivir en otro lugar alguna vez y Praga era para mí el más atractivo por una gran cantidad de motivos que, en cierta forma, aparecen en algunos de los libros que escribí este último tiempo.  

 

¿A qué te dedicas allá por estos momentos?

Estoy haciendo una investigación doctoral sobre la relación entre la literatura argentina y algunos temas vinculados con Praga. Hay un corpus de textos bastante más grande de lo que imaginaba al principio tanto de autores consagrados como de otros casi desconocidos. Y trabajo en una sección de la radio pública checa que transmite en español, donde básicamente realizo entrevistas sobre distintos aspectos de la vida y los sitios de esta ciudad que, por algún motivo, me llaman la atención. Es algo que disfruto mucho, porque la mayoría de las ideas se me suelen ocurrir mientras recorro la ciudad, además cada nota es completamente distinta. Por ejemplo, entrevisté a las personas que grabaron su voz en el metro de Praga que me contaron un montón de anécdotas alucinantes, por ejemplo, sobre la época del comunismo; a un melómano y coleccionista checo de discos que conoció en persona a Frank Zappa y se terminó haciendo bastante amigote de él; y también me di el lujo de entrevistar, hace poco, a John Banville y Reiner Stach, el gran biógrafo de Kafka. 

 

La saga que empezó con Síndrome Praga y siguió con Alto en el cielo (si bien ésta es una precuela de la anterior), ¿comenzaste a escribirla en Argentina o una vez en Republica Checa?

Creo que empecé a escribirla justamente en el medio, en algún punto perdido entre las dos ciudades, porque si bien la idea nació un poco como consecuencia de visitar, durante el último tiempo que estuve en Argentina, aquellos lugares a los que nunca había podido ir, como el Palacio Barolo o el Pabellón del Centenario, escribí mucho durante los primeros días que me vine a vivir a Praga, aprovechando ese gran clima de extrañamiento que significa un cambio tan contundente.

 

¿De qué se trata Himnos al sol en la oscuridad, el libro que publicaste el año pasado sobre el poeta, cuentista y dramaturgo Dylan Thomas? ¿Cómo fue trabajar con su mito, recuperar esa personalidad, según se cuenta, tan cautivante?

Fue un sueño en muchos aspectos. Creo que Dylan Thomas es el autor que más me sigue gustando de los que me gustaban cuando era chico, y en un viaje que hice a Nueva York, la ciudad donde vivió la cumbre de su fama y también murió, se me ocurrió la idea de visitar sus sitios en Gales: la casa donde nació y estuvo hasta los veintipico en Swansea, su boathouse en el fascinante pueblito de Laugharne y un acantilado increíble que queda casi al borde del país y es donde transcurre mi texto favorito de Dylan Thomas, que casualmente no es un poema sino un relato, y se llama “¿Quién te gustaría que estuviera con nosotros?”. También entrevisté a mucha gente especializada en distintos aspectos de su obra y, efectivamente, uno de los temas más interesantes que surgieron en esas charlas fueron las famosas zonas de contacto entre su obra y su mito, esa especie de constelación no solo nominal que forman con Bob Dylan, incluso en el propio Gales, y la desmentida tan categórica como unánime de su supuesta ingesta de 18 whiskys antes de morir.    

 

¿Qué es lo que más te gusta de vivir en República Checa, y, en particular, Praga, una ciudad tan mítica, ya que hablamos de mitos?

Su combinación tan poco frecuente de belleza y habitabilidad, la apertura y el interés de su gente en otros países, idiomas y culturas, la presencia constante de la historia o, mejor dicho, de la literatura en tantos rincones de la ciudad, la atmósfera tan particular de sus callejones con empedrado, los parques y reservas naturales y, definitivamente, la forma y el color de los carteles de sus calles.

 

Tenés pensado publicar, este 2022, un nuevo libro, a través de Caleta Olivia, ¿es así? Parece que Praga te ha puesto muy prolífico.

Sí, pero en este caso es de poesía, y ya no sobre Praga, sino sobre Japón, que es el lugar donde más lejos del mundo me sentí de todos los que conozco. Estuve unas semanas en el año 2018 y me pareció una gran experiencia, sobre todo la ciudad de Kyoto.  Además en ese viaje me pasaron muchas cosas que, en cierta forma, condenso en el libro: con mi novia llegamos sin saberlo en plena época de cerezos en flor, una posibilidad entre mil, tuve una reunión con el creador de un videojuego de Sega del que éramos muy fanáticos con mis hermanos de chicos y hasta aparecimos en un programa muy famoso y bizarro de allá que existe hace muchos años: van casi todos los días al aeropuerto de Narita en busca de historias locas de extranjeros en tierras niponas. 

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