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Lecturas: Desvelos de verano

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Lecturas: Desvelos de verano

La estación de los cuerpos

por Natalia Brandi

¿Qué tienen en común los trece cuentos de este libro de Martín Kohan

El verano, o mejor dicho la atmósfera del calor, que no siempre remite a playas paradisíacas, mucho menos en estos relatos que se desarrollan desde distintos puntos de vista, pero en todos ellos el encierro, en el afuera o adentro, la apatía del paso del tiempo con sus horas quietas, conforman el entorno en común; el clima que posibilita la acción que se desarrolla en cada historia. Son cuentos breves con un estilo sobrio, un lenguaje directo que da la impresión de que fue construido con un preciso cincel; no hay palabras de más ni de menos. 

El cuento “Enfrente” empieza: “¿Qué sería del verano sin las moscas? Hay una hora bien definida, al empezar cada tarde, en la que ni una gota de viento sopla y las chicharras, alucinadas, les dan una somera tregua a sus gritos de desesperación. A esa hora el silencio sería absoluto, si no fuera por las moscas; la quitetud del mundo a esa hora sería absoluta, si no fuera por las moscas.” Hay algo de la oralidad, que se replica en todos los cuentos. Una repetición de frases, de expresiones que solo Kohan puede manejar con soltura. El narrador de esta historia se sienta en su reposera y sin querer ve a la vecina de enfrente salir desnuda al parque, porque “el verano es la estación de los cuerpos”, se escuda mientras se apoltrona con un vaso de hielo en la mano.

En el cuento “El ahogado” su protagonista “no pescaba para vender, tampoco para alimentarse. Pescaba para ejercitarse en el arte de la espera…”, y mientras tiene la caña en el agua se topa con una zapatilla que va tomando cuerpo hasta perturbarle la conciencia.

“El desvelado” cuenta la historia de Medina, un marido insomne por el “calor pegajoso y abrumador” que descubre, y acaso espía, a Paulita, su esposa, que también sufre de insomnio y pasas las noches escribiendo a escondidas de él. La escena en la cual ambos comen uvas y escupen las semillas tiene un potencial imborrable.

Hay tópicos que se replican, como el ajedrez, en “Simultáneas” y “Guerra fría”, y escenarios que parecen espejarse en mares, sierras o siestas de pueblo. Acaso sea el calor y sus efectos soporíferos quien nos fragmenta la realidad en trece historias desveladas.

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