Lecturas: Otoño alemán

Dos ciudades partidas por diferentes visiones del mundo

por Wenceslao Bottaro

Cuando el 9 de noviembre de 1989 cayó el muro de Berlín, Liliana Villanueva hacía pocos días se había mudado a la capital alemana para trabajar en un estudio de arquitectura. Sin quererlo fue, a su manera y con 22 años, protagonista y testigo de un acontecimiento de trascendencia global de alto impacto político y social. Las historias y anécdotas contadas en este libro fueron escritas treinta años después de que el comunismo comenzara a desmoronarse en Alemania. 

Basado en apuntes y en el ejercicio de la memoria, Otoño alemán (Blatt y Ríos, 2019) es la crónica de esos días de transición y reunificación de las dos ciudades partidas por diferentes visiones del mundo.

A través de distintas historias y anécdotas sobre salidas nocturnas, la vida cotidiana a ambos lados del muro y, principalmente, sobre diferentes paseos por la ciudad y alrededores, la autora va describiendo un mundo que está cambiando a su alrededor.

El día después del anuncio de la caída del muro, Liliana Villanueva sale a las calles a ver qué estaba ocurriendo. Describe situaciones como los encuentros entre familiares que, estando unos muy próximos a los otros, habían vivido sin embargo en mundos muy diferentes.

Pero lo más interesante de la crónica son las historias de las personas con las que, por diferentes motivos, se relaciona la autora a lo largo de su estadía en Berlín, personas que aportan diferentes miradas de esa realidad que los atraviesa y los transforma.

Otro tema interesante que Villanueva aborda durante todo el libro es el vínculo con el idioma alemán. Las palabras, tanto su fonética como su escritura, ocupan gran parte de sus reflexiones. Se pregunta todo el tiempo qué significan, qué representan, de dónde vienen, cuenta curiosidades de traducción y cómo le impacta a ella en su realidad cotidiana.

Escribe Villanueva en un pasaje del relato: “desde que el idioma alemán se convirtió en mi lengua de cada día me pregunto si el género influye en la manera en que las personas ven la realidad y la interpretan. ¿Cómo puede la guerra ser un sustantivo masculino?

No obstante, y aunque a simple vista pareciera que la caída del muro fuera a absorber toda la atención del relato, la trama del libro se enriquece y gana con la crónica de la vida cotidiana de la autora, sobre todo con sus experiencias personales en el ámbito laboral, donde sus observaciones sobre la arquitectura y la fisonomía urbana de Berlín armonizan y brindan una atmósfera atrapante a la narración.

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