Lecturas: La otra Hija

Un cuasi policial sobre el padre

Por Victoria Martínez

la otra hijaToda familia posee secretos, algunas los narran como parte de la transmisión cultural de generación en generación, como una suerte de folclore que, ya lejano, parece ajeno, y estos van adquiriendo cierto tinte mítico. Otras los esconden porque en ellos radica, muchas veces, la causa de posibles fracasos vinculares futuros o simplemente el mal ejemplo del que el ocultamiento no los hace parte.

¿Cuánto de lo oculto en la familia marca? ¿Qué verdades se necesitan para seguir el mandato y cuáles son necesarias para interrumpirlo? ¿Cuánto de real hay en el temor de proyectar en los hijos, lo peor de los padres? 

En esta novela Santiago La Rosa construye un narrador que a poco de convertirse en padre enfrenta el temor de no poder ejercer su paternidad de la mejor manera. A partir de un secreto familiar que su propio padre decide revelarle, lee señales que tal vez profeticen alguna catástrofe que, él cree, podría devenir de un error propio. Se replantea quién ha sido verdaderamente su padre, a la vez que construye su propia paternidad reciente. Hay una suerte de indagación en los hilos que forman la trama para poder encontrar una esencia que, tal vez, ni siquiera existe. Lo mismo que llevó al protagonista de La figura en el tapiz, de Henry James a intentar desenmarañar algo tan intangible como improbable, la idea primigenia de cómo ser y cómo hacer algo: en la novela, ser padre; en el cuento, hacer literatura. 

La confesión del padre del narrador de un secreto pasado y su inmediata desaparición de la vida del hijo constituyen un misterio que lleva al protagonista a buscar indicios en una suerte de sub-entramado policial en el que se estructura la novela. 

El protagonista, devenido en detective, buscará entrevistarse con personajes que conformaron el círculo cercano de su padre en el pasado y cuanto más indague, más se sumirá en la incertidumbre. La relación se configurará a partir de la ausencia y de los relatos fragmentarios de estos testigos que el personaje buscará para poder cancelar o exorcizar la duda, reponer el origen de la figura paterna que lo ha marcado para poder rellenar los espacios oscuros y huecos que le permitan dar el salto de hijo a padre.

Los testigos a los que entrevistará darán versiones encontradas sobre ese pasado y sobre el padre que el protagonista ha conocido. Lejos de encontrar certezas para su presente, irá acrecentando incertezas. Tal y como le sucedió a Edipo al investigar el miasma que daba origen a la peste en Tebas, cuanto menos incurra en saber más feliz será el ser humano, la ignorancia de la que Sófocles hablaba como puerto seguro para el ser humano.

La otra hija es un relato sobre los miedos propios de la paternidad, los patrones conductuales que pretendemos no seguir y las herencias de la matriz de crianza, en la cual la familia aparece como un espacio perturbador que se irá intentando desentramar a partir de la investigación. Una novela que puede leerse en clave policial, en la que no hay finalmente respuestas, ni culpables. 

La única forma posible de dejar de ser hijo para pasar a ser padre, para afianzarse seguro en el nuevo rol, parecería ser la cancelación, el bloqueo del intento de descubrir cuál es la trama con la que se ha hilado la herencia familiar, dejar de perseguir “la figura en el tapiz” para que sea posible la propia experiencia y el recorrido de paternar.

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