Borges y yo

Por Marcelo Costa

Como mis padres trabajaban justo ese día bien temprano, me quedé a dormir en lo de los abuelos. Me despiertan a desayunar. Son las ocho y media de la mañana y tengo 11 años. En la mesa hay, abierto, un libro de poemas con una poesía marcada, con versos que dicen así: 

Si para todo hay término y hay tasa

y última vez, y nunca más y olvido

quién nos dirá de quien, en esta casa

sin saberlo, nos hemos despedido.

El autor es un tal Borges. Qué manera de decir que no sabemos cuándo hacemos algo por última vez, pensé.

Al mediodía, la de Lengua nos da para leer una historia. Voy a cumplir quince y estoy en tercer año en la secundaria del Proceso. El relato comienza así: “En Junín o en Tapalqué refieren la historia”. Tenía que ver con el primer recuerdo y con la identidad, con quién es uno realmente.

Tomo el 14 en la esquina de casa. Me bajo en la Plaza del Soldado. Espero casi dos horas y ella no viene. Son casi las cinco y estoy por cumplir diecinueve. Repercuten las líneas de “El amenazado”: el nombre de una mujer me delata. Me duele una mujer en todo el cuerpo.

Son las ocho de la noche. Se enciende una luz celeste y se abre una puerta. La enfermera me dice que ya puedo pasar. Pone a mi hijo recién nacido en brazos. Sé que estos versos lo van a proteger, como una especie de mantra: 

No soy yo quien te engendra. Son los muertos.

Son mi padre, su padre y sus mayores.

Son los que un largo dédalo de amores

trazaron, desde Adán y los desiertos.

De Caín y de Abel en una aurora

tan antigua que ya es mitología

y llegan, sangre y médula, a este día,

del porvenir, en que te engendro ahora.

Ya son casi las doce de la noche. Hora de despedirse. Llegó el momento de decir yo que soy el que ahora está cantando/seré mañana el misterioso, el muerto/el morador de un mágico y desierto/orbe sin antes ni después ni cuándo. 

Si alguien me pidiese que cuente un día de Borges en mi vida, saldría algo bastante parecido a esto. 

Marcelo Costa hizo radio durante veinte años (LT8, Radio Nacional Rosario) y hace diez coordina talleres de lectura focalizado en autores (Borges, Saer) y sobre la historia argentina vista a través de su literatura. Tiene tres hijos y es hincha de Colón de Santa Fe, ciudad en la que nació.