Violette Leduc, en los márgenes

Por Nataia Neo Poblet

 

Mi madre no me ha dado nunca la mano1

 

La bastarda

Así comienza ese primer libro que Violette Leduc publica en 1946 por la editorial Gallimard para la Colección Espoir, de la mano de Albert Camus. Para ese entonces Leduc tenía 39 años. Nació en Arrás, norte de Francia, el 7 de abril de 1907 a las 5 de la mañana y la registraron el día 8. Debería alegrarme de haber empezado mis primeras veinticuatro horas fuera de los registros2. Hija ilegítima de un burgués y de una empleada doméstica, su infancia estuvo marcada por la I Guerra Mundial y la pobreza. Tal es así que a causa de la guerra y de la enfermedad no fue a la escuela durante seis años. Tenías el peso de un pollito, me dijo mi madre. Naciste y lloraste. Día y noche. Lo que has podido chillar…Heme aquí culpable de haber llorado tanto sobre un babero. Escucho y me callo. Se nos iba todo el dinero en visitas al médico y recetas de farmacia. Un soplo. Eras un soplo, pero tus ojos brillaban3. El hambre, ya de adulta, la llevó a traficar manteca y chocolate alrededor de la cintura y la condujo a prisión en un París recién liberado a finales de la II Guerra Mundial.

Después de trabajar como operadora telefónica y secretaria en la editorial Plon, en 1942, Leduc, al enterarse que Simone de Beauvoir frecuentaba el Café de Flore, empezó a ir y le hizo llegar una carpeta anaranjada con su material escrito, mientras fumaba sus Camel. Ese fue el comienzo de una relación literaria que mantuvieron durante el resto de los años. Fue en ese primer encuentro cuando Simone le dijo a Leduc que era rica en ideas4 y donde le comentó que estaba leyendo un libro de Genet y que se lo iba a prestar en el próximo encuentro. A partir de ese momento, Leduc escribe para que Simone de Beauvoir la lea. Era una manera de tenerla cerca. Ella es mi razón de ser, sin que yo esté en su vida5.

El desprecio que la madre sentía para con ella era el mismo que Leduc tenía para sí misma. En sus relaciones repite el vínculo con su madre: demanda y posterior rechazo se le vuelve encima. O también, rechazada sin que me rechacen6, dice Leduc. Pero con Simone de Beauvoir fue diferente. Aceptaba su demanda, pero con límites claros: podría visitarla solo dos veces al mes. Ella me da lo que me ha prometido. Ella me insufla la fuerza para escribir, sin que yo escriba7.

Simone de Beauvoir y Maurice Sachs la impulsaron a escribir esta primera novela, sobre la falta de protección que sintió siempre como hija y la relación aplastante y hostil que tenía con su madre, quien además le inculcaba el rechazo a los varones y la desconfianza: Si un hombre te busca, no hagas caso. Sigue tu camino8. Este libro terminó siendo elogiado por Sartre, Cocteau y Genet. 

El dolor y la culpa de haber nacido la van a perseguir toda su vida. Su escritura autobiográfica tiene un trazo de furia, venganza y lucha para sobrevivir a ese rechazo originario del que nunca pudo terminar de salir. Su sentimiento de hija bastarda la acompañó toda su vida. Mi padre es un desconocido que corre por mis venas. Pero yo sé que habríamos escuchado las mismas músicas, leído los mismos libros9, dice de aquel hombre en su primer libro La asfixia.

Conoció la censura con su tercera novela, Ravages, donde Gallimard la obligó a eliminar una parte de sexo explícito lésbico en la cual retrata la relación que tuvo a sus 18 años, en 1925, con Isabelle, una compañera de clases del Collège de Douai. Este libro era su preferido por la precisión y la condensación. 

Un dato curioso es que durante el mismo año de la publicación de Ravages se instala en París la escritora Aurora Venturini, quien emigra de Argentina tras la Revolución Libertadora. En los encuentros que mantuvo con José Tcherkaski y con María José Seoane, cuenta que compartió un departamento en el Barrio Latino con Leduc, que en ese momento estaba enamorada de un ladrillero que vivía en los suburbios y que muchas veces volvía llorando. Otros de sus amantes fueron Gabriel y Maurice, a los cuales hace mención en sus diferentes libros.  

La fealdad y la depresión a la que se sentía sometida, el desamor de su madre y su padre hacen que en cada uno de sus libros Leduc escriba desde la rabia, el desprecio que siente por sí misma y la desesperanza. 

Varios años después, La bastarda obtiene el Premio Goncourt. La novela, rápidamente se convirtió en un bestseller, la cual tenemos disponible porque fue reeditada el año pasado por la editorial Capitán Swing. Su comienzo nos marca el ritmo de la respiración que va a llevar la novela: Mi caso no es único: tengo miedo de morir y me desgarra estar en el mundo10.

En La bastarda nos vuelve a contar su primer encuentro sexual con Isabelle y su relación con Hermine, una instructora de música con quien al tiempo arma pareja. Leluc escribe: Isabelle me echó hacia atrás y me recostó sobre el acolchado. Me tenía en sus brazos; me sacaba de un mundo en el que no había vivido, para arrojarme en otro en el que aún no vivía; sus labios entreabrieron los míos y me mojaron los dientes. Me asustó la lengua demasiado carnosa: el sexo extraño no entró. Yo esperaba ausente y recogida. Los labios recorrían mis labios. El corazón me latía demasiado fuerte, y yo quería retener ese sello de dulzura, ese nuevo roce11.

Cuando recibe el premio dice: La escritura fue mi salvación, me permitió transitar en el desierto de la vida. Ese libro es un tratado sobre la sexualidad entre mujeres y el erotismo, cosa que entusiasmó a las primeras militantes del Movimiento Feminista de Liberación.

El 19 de octubre de 1969 a las 11:55 am, cae en una gran depresión y es internada en un psiquiátrico donde es sometida a una cura de sueño, la cual, dice, no le sirvió para nada. No comía, no dormía y tenía momentos en los que deliraba. Sus amigos escritores la visitaban y la ayudaban económicamente, en especial Simone de Beauvoir, y nunca dejaron de estimularla a que siga escribiendo. Una clínica es una iglesia. Una clínica es también un cuartel12, escribe.

Cuando sale de la internación es su madre13 quien la acompaña, la ayuda y comienza a estar con ella y por primera vez le dice: Apoyate en mí, en tu madre. Leduc, en su libro La Bastarda, en un momento llega a reconocer que su madre la quería: Ella enrojece porque no quiere perderme. He tardado mucho tiempo en comprenderlo14.

El 28 de mayo de 1972, Leluc muere a sus 65 años, en una localidad llamada Faucon, en la región de Provenza-Costa Azul, Francia, producto de un cáncer de mama después de haber atravesado dos operaciones. Fue enterrada en el jardín de su casa de campo. 

En su libro póstumo La cacería del amor, publicado en 1973, Leduc habla de la censura que sufrió el principio del libro de Ravages. Allí se pregunta: 

¿Dónde habita la censura? La censura ha hecho caer mi casa con la punta del dedo. Si pudiera echarme a sus pies, me echaría. Me explicaría. Le diría que el principio de Estragos no es puerco. Es verdadero. Ensuciará al que quiere que lo ensucien. Es amor, son descubrimientos. Teresa e Isabel son inocentes. Se aman en un colegio durante tres o cuatro noches. No ven el mal. ¿Lo vería la censura donde no está?15. Mi literatura ha muerto. Han suprimido el principio16.

Fue pionera en escribir sobre la masturbación y el incesto, sobre los encuentros sexuales que mantenía con mujeres y sobre el amor que sentía con alguna de ellas. Podemos leer también su experiencia de aborto clandestino y el desamor que mantenía hacia su madre, lo fea que se veía, las diferentes situaciones de abuso y los fracasos que vivía diariamente. Estos dolores nunca los ocultó. Siempre habitó los márgenes: en el deslinde, en la tensión. Todo lo registra, lo escribe, queda escrito. Los temas sobre los que escribía están cargados de intimidad verdadera y descarnada. Podríamos decir que su escritura fue autobiográfica y su política fue hacer de lo marginal un lugar público: su obra.  

1 Leduc, Violette, La asfixia, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1968, p. 7.
2 Leduc, Violette, La bastarda, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1966, p. 28.
3 Leduc, Violette, La bastarda, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1966, p. 28.
4 Leduc, Violette, La locura ante todo, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1973, p. 44.
5 Leduc, Violette, La locura ante todo, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1973, p. 103.
6 Leduc, Violette, La locura ante todo, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1973, p. 238.
7 Leduc, Violette, La locura ante todo, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1973, p. 61.
8 La asfixia, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1968, p. 50 y 51.
9 La asfixia, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1968.
10 La bastarda, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1966, p. 21.
11
La bastarda, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1966, p. 85.
12 Leduc, Violette, La cacería del amor, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1974, p. 91.
13 Leduc, Violette, La cacería del amor, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1974.
14 Leduc, Violette, La bastarda, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1966, p.31.
15 Leduc, Violette, La caería del amor, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1974, p. 19.
16 Leduc, Violette, La cacería del amor, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1974, p. 27.

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