Lecturas: Ensayos de la muerte
Vincular la realidad, lo onírico y lo metafísico
Por Redacción Fundación La Balandra

Ilustración: Andrés Casciani
En “Una jornada sin sol”, el pesar de una pareja de ancianos por la muerte de su hijo se ve reflejado en el entorno donde viven.
En “Un ser despreciable”, un ermitaño del bosque rescata una niña que se convierte en la luz de su vida, pero tal vez a un precio muy alto.
En “Silencio” un hombre mayor convive con los fantasmas de la guerra en la soledad del campo y en su delirio de una realidad imaginada se aferra al pasado que la psicología quiere borrarle.
En “Mamá ¿dónde estás?” la desesperación por un encuentro imposible entre un hijo con su madre lleva la angustia desesperante al límite.
En “Perdido”, el viaje de tres amigos en auto por una ruta se puede transformar en la pesadilla que, paradójicamente, los encauce en su destino.
En “Trascender”, un hombre le cumple el último deseo a su amigo moribundo: guiarlo más allá de las fronteras de este mundo.
Y en “Filomena”, cuento que cierra el libro, un hombre debe enfrentarse a las consecuencias de tener que poner fin al sufrimiento y el dolor de su esposa postrada y agonizante.
Dolor, sufrimiento, culpa, locura. A partir de estos temas se construyen las historias de este libro para reflexionar sobre los puntos de conexión entre la vida y la muerte.
Pero hay también otro elemento en estos cuentos que termina de definir sus atmósferas oscuras y opresivas, y es el vínculo entre los planos de la realidad y lo onírico y lo metafísico por donde transitan las emociones y las angustias de los personajes y donde, además, se definen sus destinos.
