Lecturas: Libros chiquitos
Vivir en los recodos
Por Mauricio Koch
Hay libros grandes, libros gordos, libros pesados en todos los sentidos que quiera dársele a esa palabra. Hay, también, libros chiquitos. Y libros que inspiran, que impulsan a escribir. En estos últimos se enfoca el libro de Tamara Kamenszain, en esos libros que no solo son memorables sino que, a diferencia de otros que se saben importantes y solo permiten la veneración, nos despiertan las ganas de escribir. No solo nos gustan, sino que “generan productividad”. Y son chiquitos, de pocas páginas.
Hay un capítulo dedicado a los ensayos bonsái de Fabián Casas, otro a las “novelitas” en primera persona, esas primas hermanas de la poesía “que dan cuenta de las situaciones y que muchos lectores desprecian por considerar que carecen de sustancia”. Otros, una parte importante ya que la autora es poeta, se concentra en los poetas anti-vates, como Héctor Viel Temperley o Nicanor Parra.
Kamenszain hace autobiografía a partir de sus lecturas, pero no de todas sino solo de aquellas que fueron un impulso para su escritura. La vida como un entramado de lecturas que devienen escrituras. Porque a diferencia de la lectura de esos novelones que se leen a alta velocidad, como una carrera cuyo único objetivo es la palabra fin, el libro chiquito aspira a ser leído como “un venir viniendo”, como decía Macedonio Fernandez, “una lectura de trabajo, de ver hacer”. El libro chiquito habla con otra voz pero pide compromiso con la palabra, con la frase, su fuerte es la estadía y la búsqueda concentrada. Además, el libro chiquito tiene imán, ejerce poder de atracción, hace que el lector vuelva una y otra vez a él y eso es algo que el libro grande envidia.
No hay en este libro chiquito voluntad de ir en contra. Sabe que eso es inútil, mejor ir por otro lado, por una vertiente. Por eso es, también, un elogio de las tretas de los débiles.
Por último, una certeza. La certeza de que la poesía, núcleo de ese mundo chiquito, “puede hacer algo con las rupturas y las muertes. No puede evitarlas, no puede resucitar a los muertos, no puede rehacer las parejas rotas, pero enfocándose en lo más nimio, puede quizás calmar la desesperación ante lo irreparable”. Y una advertencia: no debe confundirse lo chiquito con lo menor, o de segunda calidad. Lejos de eso: los libros chiquitos preservan su grandeza para el ojo atento, el que se detiene en los detalles, como pedía Vladimir Nabokov, porque los libros chiquitos no gritan, viven en los recodos o en la penumbra y esperan, con tranquilidad, ser descubiertos. En esos recodos indaga este libro de Tamara Kamenszain. Y hay que buscarlo como parte de la preciosa Colección Lectores de editorial Ampersand.
Libros chiquitos
Tamara Kamenszain
Editorial Ampersand
152 páginas
